martes, 21 de febrero de 2012

ANTES DE QUE EL NON-FROST LLEGARA A MI VIDA

Hielo por todas partes. Pequeñas estalactitas cubren la bóveda. Las paredes caprichosamente abultadas traslucen un brillo opaco. Pequeños montículos de distintas formas y tamaños completamente escarchados se reparten amontonados en el frío interior. Hago mi incursión de manera decidida, mis manos quedan literalmente pegadas al hielo, siento un resquemor gélido en las yemas de los dedos. Doy un fuerte tirón y rápidamente las meto bajo el grifo del fregadero. Definitivamente me tengo que plantear descongelar más a menudo el congelador.

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