Caprichosa, tenaz. Te contorneas ante mi siempre que te miro. Incansable llegas revoltosa, juguetona. Primero altiva y potente, después calmada y ligera. Acaricias mi cuerpo. Estremeces mi corazón y mi alma. Segura de tu conquista, te retiras suavemente casi sin darme cuenta, para luego volver otra vez cargada de nueva energía. Y me dejo de llevar por tus vaivenes provocadores, por tu olor húmedo y embriagante, por tu incansable movimiento provocador. En la playa a cualquier hora, en cualquier momento.
Dejarse acariciar por las olas, un placer inmenso, siempre reconfortante, que nos permite soñar con mil abrazos.
ResponderEliminarUn saludo.
Efectivamente Alfres, y siempre, siempre, en constante movimiento.
ResponderEliminarIr venir, por las líeas cerradas de las olas. En su ir y venir, desde los pies a los cabellos, en ese transitar de humedad y salitre en la mirada.
ResponderEliminarMuy bueno el post. Un abrazo.
Muchísimas gracias Albada por tus bonitas palabras.
EliminarSaludos!