miércoles, 29 de febrero de 2012

QUE HE HECHO YO PARA MERECER ESTO

Insinuante, con su inconfundible aroma, se exhibía robusta y seductora. Mis ojos fueron directos a ella. Provocativa, con ese precioso color doradito, dejaba intuir el deleite con solo su presencia. Reconozco que sentí mariposas en el estómago y una repentina euforia. Levanté la mano y justo cuando me iba a decidir, mi mujer, que no es tonta y sabe de mis debilidades, me dio un manotazo y se dirigió al camarero "por favor una francesa, sin sal y sin aceite".