He plantado pensamientos de delicados colores que guíen mi conciencia. Rosas rojas para que no falte la pasión. En un rinconcito hierbas aromáticas para cuando me sorprendan los sinsabores de la vida. Espliego, tomillo y romero para evocar los olores de mi infancia. Adornados con guijarros, coquetos y temperamentales cactus para recordar que las espinas de la vida fortalecen el espíritu. Bulbos variados para alimentar la esperanza de días venideros. En este jardín no hay lugar para malas hierbas enmarañadas.
Pilar, me gusta tu jardín y como has ido uniendo cada planta con sus remedios vitales.
ResponderEliminarEs un relato muy florido. Me gusta como huele.
Abrazos.
Me agrada que el aroma y colorido te haya llegado.
EliminarGracias Nicolás, abrazos.
Embriagado por el jazmín y la lavanda, arrobado por la belleza de tus flores, alimentado por los aromas que recuerdan cocinas hogareñas, curado por tus plantas medicinales, contemplo los bulbos intentando adivinar que nos depararan, mientras esquivo las espinas de los temibles cactus, paseando por tu esplendido jardín.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por tu paseo, estás invitado siempre que quieras.
EliminarUn abrazo Alfred.
es una buena manera de parapetarse contra todas las "malas hierbas" que la vida nos presenta. Al menos salimos al campo de batalla armadas y con escudo, ya tenemos mucho a favor
ResponderEliminarbeso
Sí más vale estar precavida ante las malas hierbas que todo lo enredan.
EliminarUn beso Laura.
Huele a jardín privado, a plantas y flores componiendo el cuadro de un hogar donde no falte una aroma ni una vivencia.
ResponderEliminarEl cuidado en no dejar crecer malas hierbas me parece un canto a la fe en uno mismo, que me parece precioso.
Un abrazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarGracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo Albada.
Bellas metáforas.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Juanito por estar ahí y por tu comentario.
EliminarSaludos.