Cuentan que talló un corazón de roca. Sólido y compacto, libre de compasión, piedad y ternura. Firme de sentimientos. Fuerte ante la pena y el sufrimiento. Tan pétreo y resistente que ningún dolor pudiera dejar cicatriz o huella.
Lo situó en un rincón oscuro, lúgubre y sombrío. Al cabo del tiempo, una gota de agua persistente, incesante y tenaz, labró un reguero de esperanza, ilusión y optimismo. Allí mismo brotó, como augurio de futuras ofrendas, una promesa de amor correspondido.
Excelente, Pilar, me encantó.
ResponderEliminar¡Saludos!
Gracias por estar ahí!
EliminarNi el ser más despiadado, puede resistirse a una gota de esperanza.
ResponderEliminarUn abrazo!
Siempre queda la esperanza, o eso dicen.
EliminarGracias!
La gota siguió su curso,
ResponderEliminardesatascó hormigones de frío,
regó la tierra fértil del miocardio y floreció,
la flor de la ternura, y la magia de lo humano.
Feliz Navidad. Un abrazo
Muchas gracias, igualmente!
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