Mi madre lo guardaba en la
alacena, junto con las magdalenas y rosquillas recién hechas en el horno. Recuerdo que era de
color azul, con un tapón de corcho. Yo lo cogía para jugar. Me gustaba
mirarlo al trasluz, destellos aturquesados despertaban mágicamente mi fantasía infantil. Lo imaginaba como una lámpara de Aladino, repleto de secretos y deseos por descubrir. El aroma me trasladaba a lugares fascinantes, maravillosos. Ahora, cada primavera, es un deseo concedido por las calles
de Sevilla.
Intenso y delicado aroma, igual que su flor. Para mí es como el anuncio de la primavera, una fragancia tan sutil y envolvente que evoca múltiples sensaciones y recuerdos.
ResponderEliminarPreciosas tus palabras, Pilar !!!
Un beso !!!
Ese aroma te lleva de la a unos recuerdos, que de forma mágica, como el mecanismo de la lámpara de Aladino, te lleva nuevamente a gozar de situaciones vividas.
ResponderEliminarY tan pequeño el frasco, y tan grande la puerta que abre a la memoria!.
Un abrazo.