Desde que se mudó, coincidían todas las mañanas en el ascensor. Atento le abría la puerta y le deseaba buen día. Creía en el destino, ¡anhelaba volverla a ver de nuevo! Cuando cada uno se encontraba en su casa, en el secretísmo que ofrece la noche, él la idealizaba y pedía que Cupido le echara una mano con sus flechas. Mientras, ella conjuraba en la oscuridad, clavando alfileres en aquel muñequito de trapo que tanto se parecía a su vecino.
Un pulso cruento. Esos cruces de caminos que dejan abierto el destino por recorrer. Si hay camino posible.
ResponderEliminarUn abrazo
El destino pone una parte que a veces no es suficiente y necesita un empujoncito. El amor abre muchos caminos por eso es difícil decidir !!!
ResponderEliminarBonito relato, Pilar !!!
Besos!!!
Pilar, me gusta este microrrelato de oposiciones, y es que los deseos de uno se contraponen contra los de la otra protagonista. A veces no es sencillo que los deseos o las fobias se pongan de acuerdo.
ResponderEliminar¡Original y muy bien ejecutado!
Abrazos.
Desde luego es digno de continuar este micro y hacerlo macro micro, si tenemos en cuenta que hay veces que nos podemos enamorar del demonio ¿quien ganaría al fin?, eso me ha inspirado a mi tu historia.
ResponderEliminarDe cualquier forma como siempre Pilar, me gusta la agilidad en el comienzo nudo y desenlace que le pones a tus micros. Gracias, aprendo mucho.
GRANDE.
ResponderEliminarLa idealización navega hacia destinos confusos.