Un disparo certero y la luna se hizo añicos. No hubo tiempo de reaccionar, el vehículo se precipitó por el acantilado y se hundió en las profundidades del océano. Desde entonces el plenilunio, único testigo, se convirtió en cómplice silencioso y causa-efecto del asesino. Así, cuando ella resurgía resplandeciente, vestida con sus mejores galas y con aire misterioso e hipnotizador, inconsciente del influjo que provocaba, él frío y calculador, localizaba su objetivo y rifle en mano se disponía estratégicamente.
pues habrá que juntar los pedazos para que los enamorados sigan amandose en una noche de plenilunio
ResponderEliminarun abrazo
Si es para enamorarse pues los juntamos.
EliminarGracias por comentar Laura.
la bala utilizada estaba hecha de plata, con una aleación en la que se mezclaban arrullos de amores perdidos y notas de canciones murmuradas al oído.
ResponderEliminarDesde luego una versión mucho más romántica.
EliminarMe lo anoto.
Pilar, es un relato negro en el que brilla la luna, la única testigo del crimen y la diana a la que aniquilar. Tiene tu relato imágenes muy potentes y hasta poéticas. Además es muy original.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Abrazos.
Muchas gracias por tu visita Nicolás y por tu comentario. Exactamente has interpretado lo que pretendía transmitir.
EliminarUn saludo!